Lo que ha ocurrido en los últimos días en Afganistán es la
consecuencia de un origen y de una causa que Washington y sus socios no quieren
recordar. Es por ello que vemos como tras la meteórica reconquista del país y
de la capital en unas semanas por el “Talibán” (Estudiosos del Libro) ha hecho
que desde occidente se pongan a rodar las usinas de la desinformación e
intoxicación informativa para realizar lo que bien podemos describir como un
“control de daños”.
El “Talibán” no logró
esta proeza militar solo por sus reconocidas capacidades de combate y
resistencia ante el más poderoso de los ocupantes que haya pisado su tierra.
Cualquiera puede advertir en cualquier otra experiencia semejante de la
historia que no es posible ganar territorios con el simple uso de la fuerza
bruta. Si no lo cree vea las experiencias de EEUU en Vietnam, Iraq o la de sus
socios israelíes en Palestina donde la ocupación ya lleva 71 años sin conseguir
hacerse del control total de los territorios ocupados.
Ha habido desde la caída
de Kabul, todo tipo de especulaciones, algunas de ellas tan inverosímiles que
solo pueden surgir de un absoluto desconocimiento de quiénes son los afganos.
Desde hace 20 años el país fue ocupado por los estadounidenses con la ayuda de
la OTAN ya que sin esta última la misión no hubiera logrado permanecer ni un
año en el terreno. Durante todo ese período se realizaron toda clase de
actividades de cooptación y trabajo de relaciones públicas para -como suelen
decir los burócratas de Washington- ganarse “el corazón de los pobladores”,
en particular los de la capital.
¿Por qué solamente los
habitantes de Kabul y los alrededores era más importante de cooptar? Por el
simple hecho de que desde allí se administraría la ocupación y es allí donde se
centralizaban las cuestiones políticas, religiosas y comerciales que en algún
sentido, unificaba el complejo mosaico étnico de la población.
Lo cierto es que aquel
concepto se resumía en comprar la voluntad de los desesperados afganos quienes
por un puñado de dólares y el ingreso de gran cantidad de artículos de consumo
en un país arruinado y derruido por años de guerra, simplemente les hizo ver a
los invasores como salvadores.
De esta masa de afganos
salieron los funcionarios administrativos, los empleados burocráticos y los
oficiales de los grupos de seguridad como la NDS y la KPF que durante la
ocupación se encargaban de la nada humanitaria tarea de cazar, torturar y ejecutar
a los prisioneros acusados de simpatizar con el Talibán. De este modo, estos
esbirros eran quienes harían el trabajo sucio en la llamada “lucha contra el
terrorismo”.
¿Pero de dónde salieron
los Talibán? He ahí el meollo del asunto y para ello nos debemos remontar al
siglo XX, por finales de la década de los setentas en momentos que las
tensiones nucleares entre el bloque occidental y la URSS trepaban a escalas preocupantes.
En ese contexto fue que la CIA a la saga del entonces Asesor de Seguridad
Nacional Zbigniew Brzezinski y con el aporte del entonces jefe de la DGSE
francesa (Inteligencia Exterior) Alexandre de Marenches, ingeniaron la creación
de una guerrilla de saboteadores que (mediante el terrorismo) estaría a cargo
de agentes árabes provistos por Arabia Saudita (uno de los aliados anti
comunistas más férreos de aquella época). Aquel programa se llamó “La Base” en
árabe “Al Qaeda” que sería puesta a cargo de un joven saudita llamado Osama Bin
Ladem quien además de ser un conocido anti comunista, era miembro de la
“Hermandad Musulmana”, protagonista junto a la CIA, el MI-6 y el Mossad de la
agitación política y social en la mal llamada “Primavera árabe” de 2011.
A la par de esto, la CIA
junto a sus colegas de la Mukhabarat saudita desde comienzos de los ochentas financiaron
e impulsaron la creación de las “Madrazas” en Pakistán donde se iniciaron los
primeros estudiantes del Corán en una versión deliberadamente radicalizada por
la ideología “Wahabí”. De allí nació “el Talibán”, una organización de
guerreros santos (Muyajeidines) que armados por el Pentágono y con el
asesoramiento de la CIA, lograron expulsar a los soviéticos diez años después
de su invasión.
A comienzos de los
noventas cuando EEUU da un giro en su geopolítica para el Medio Oriente (tendiente
a beneficiar a Israel) y logra arrastrar a Iraq a una guerra catastrófica
(1991), Bin Ladem seguía al servicio de aquel programa de la CIA e incluso -a
contrario de lo que se dijo más tarde- era públicamente reconocido por los
“Think Tanks” estadounidenses como “un luchador por la libertad” ¿Entonces qué
sucedió?
Pero los negocios suelen
terminar con las más entrañables amistades y fue así que aquel “luchador de la
libertad” paso a ser una molestia cuando al parecer no quiso subordinarse a la
dirección del Talibán que aún seguía con la cooperación y bajo los designios de
los chicos de la CIA. En ese aspecto, uno de los desencuentros pasaba por el
control del negocio del narcotráfico y de las rutas de la heroína que
penetraban con mayor fuerza en Eurasia gracias al colapso de la URSS algo que
Bin Ladem no habría querido cooperar por el simple prurito de creerlo (tráfico
de drogas) contrario a la fe islámica.
Para julio de 2001,
Osama Bin Ladem quien sufría de serios problemas renales debió ser internado de
urgencia en un hospital de Dubai para más tarde trasladarlo al hospital militar
de Rawalpindi en Pakistán donde moriría en diciembre de ese 2001 y su cuerpo
enterrado posteriormente en Afganistán. Entonces ¿Dónde queda la versión
oficial del 11/S y los posteriores videos que se ventilaban de ese supuesto Bin
Ladem?
Cuando el “Talibán” (con
la cooperación de la CIA) logra conquistar el poder en 1996, lejos de cualquier
condena desde Washington, aquellos impusieron la ley islámica (Sharia) en una
forma ultramontana que se vio potenciada por la interpretación tribal del
Talibán. Sus opositores de la “Alianza del Norte” era mantenida a raya en
beneficio de los intereses de Washington ya que dicha agrupación era un rezago de
la oposición comunista afgana que respondía al asesinado presidente Mohamad
Najisbulá. Hoy paradójicamente Washington pone parte de su capital y sus
esfuerzos para que esta facción armada reviva y se convierta en el contendiente
frontal del actual gobierno Talibán que se halla liderado por Khairullah
Khairkhwa quien tras ser detenido por Pakistán fue entregado a la CIA en 2002
para recluirlo en Guantánamo donde fue “sistemáticamente torturado” por médicos
especialistas en “reformatear” la conducta de sus víctimas.
En este contexto usted
se preguntará ¿Qué paso entre la CIA y el Talibán entonces? Según algunas
fuentes, antes de que se produjeran los “atentados” del 11/S, más precisamente
por el mes de julio del 2001, hubo una fracasada reunión secreta llevada a cabo
en Berlín entre representantes estadounidenses, británicos y del Talibán a la
cual también asistieron veedores rusos y pakistaníes. Aquel fracaso significó -antes
de los atentados- la movilización de fuerzas estadounidenses y británicas
al Golfo de Omán, las mismas que luego se movilizarían para invadir Afganistán.
Tras concretar la
invasión en octubre de 2001, EEUU dio inicio a un ciclo de calamidades y
corruptela sin fin que hoy salen a la luz precisamente gracias a este colapso. Con
el paso de los años, los ocupantes fueron ganándose el rechazo de los
pobladores de todos los rincones del país, salvo en los de Kabul en donde aquellos
mantenían sus principales instalaciones militares y políticas con conexiones al
exterior. Por el contrario, en el interior, las masacres por los bombardeos
indiscriminados, los allanamientos brutales de sus “grupos especiales” y los
asesinatos por equipos de la CIA o de sus Drones dejaron un rastro indeleble en
la población. No hay que perder de vista que fue el entonces Secretario de
Defensa Donald Rumsfeld el arquitecto de esta ocupación, el mismo que junto a
su asesor Douglas Feith y Paul Wolfowitz -todos ellos prominentes sionistas-
orquestaron contra Iraq en 2003.
No hay dudas que la fuga
de las tropas estadounidenses vista el 15 de agosto dejo en evidencia una
desorganización planificada o por lo menos improvisada que buscaba un propósito
y ese fue, usar a los afganos como escudos para evitar el enfrentamiento directo
y a la vez, mostrar una postal con la cual tratar de manipular a la opinión
pública. Ha quedado claro y a la luz de lo expuesto que todo lo que se dice en
los medios anglosajones no es lo que realmente ocurrió y ocurre hoy por hoy.
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