Por el Dr. Carlos Castia
Hasta el momento las predicciones de Washington y Londres han
fallado ¿Causales? Simplemente porque no se tratan de predicciones, solo de
intensiones y deseos desesperados. Somos testigos de la descarada injerencia
que estos actores tienen sobre el gobierno ucraniano que como se puede ver, ya
no controla las decisiones que hacen a los destinos de su país.
Esto obviamente supera
al presidente y comediante Volodymyr Zelensky quien sometido a esa presión
inmanente de quienes lo rodean, de los medios occidentales y de las embajadas
de sus “amigos” anglosajones, exclamo ya hace una semana con clara desesperación
que terminaran de sembrar el pánico entre sus ciudadanos con versiones que no
se estaban comprobando en la realidad.
Como ha venido
sucediendo, los norteamericanos y los británicos se presentan como los
indiscutibles interpretes de las realidades políticas, sociales y hasta religiosas
de las regiones a las cuales van penetrar dejando a los gobiernos que les
escuchan, como meras marionetas ventrílocuas. Esto es lo que esta sucediendo
con Ucrania, donde Londres y más precisamente su Foreign Office es quien
interpreta que es bueno y que no es bueno para los ucranianos.
Lo vimos con el descaro
de la ministra de relaciones exteriores británica Liz Truss acusando con total
desparpajo y sin pruebas en la mano que “Rusia estaba buscando fabricar
pretextos para invadir Ucrania”. La estafa británica quedo en evidencia una vez
más. Ante los fracasos por lograr que el día 16 de febrero (“predicción mística
de Joe Biden) se produjera esa supuesta “invasión” (con la ayuda de los trucos
sucios de los chicos de “Academy” y “Azov”), la brillante ministra giro el
discurso dando otro matiz a esta semántica engañosa.
De esta manera los
británicos (junto a los estadounidenses) tratan de ignorar la realidad en
Ucrania y la vigencia de los acuerdos de Minsk a los cuales Kiev firmó sin
ninguna condición. Es por ello que ante el fracaso para que los rusos mordieran
el anzuelo con provocaciones en la línea de contacto (fabricadas por ataques de
sus grupos especiales), se ven obligados a sentarse y discutir por qué se
niegan a darle a Rusia las garantías que expresamente le han solicitado y cuáles
son las garantías de que se respetaran las autonomías y los derechos de los
pobladores ruso parlantes del Donbass.
A Londres ni a
Washington les interesa el bienestar de los pobladores ruso parlantes del este
de Ucrania, solo les interesa por cuestiones estratégicas el espacio geográfico
que ocupan denominado Donbass. Y los hechos demuestran esto. Cuando en 2014 el
Departamento de Estado norteamericano por intermedio de la entonces Subsecretaria
Victoria Nuland gestaba las revueltas callejeras que terminarían con el golpe
de febrero, los grupos de matones ultraderechistas apoyados por mercenarios
extranjeros (entre ellos varios israelíes), no dudaron en golpear y en muchos
otros casos asesinar por las calles a los ciudadanos ucranianos ruso parlantes.
Es por eso que las lágrimas de los norteamericanos y de sus socios británicos
son de cocodrilo.
Los señalamientos de que
el acuerdo Minsk 2 es inviable e inaceptable para los intereses ucranianos no
surgen de los gobernantes de Kiev sino, de los influyentes consejos de Londres
quienes graciosamente expresan una preocupación por la soberanía de Ucrania.
Quienes conocemos bien la historia política del Reino Unido y todos sus
antecedentes colonialistas (particularmente Malvinas) decimos ¿Desde cuándo es
una preocupación creíble para Londres la soberanía de los demás? Pero más
particularmente ¿Cuál es la preocupación británica por la soberanía de Ucrania?
La real preocupación que se esconde detrás de estas cortinas de humo es Rusia y
solo Rusia. Asimismo, la única preocupación que tienen los británicos es la de
no perder el control de una soberanía adulterada tras aquel golpe de estado del
2014 que les permite ir penetrando en Eurasia.
Los británicos
(anglosajones) son antiguos enemigos de Rusia y es por ello que no es creíble
que no conozcan la realidad socio-político-étnica y religiosa y la íntima y estrecha
relación existente por estos factores entre los pobladores eslavos del Donbass
con los eslavos rusos. Por el contrario, ellos tratan de manipular estos factores
para generar situaciones que les permita instalarse.
Londres tiene una clara
influencia sobre el occidente ucraniano pero para nada en el Donbass.
Seguramente Liz Truss no sepa esto pero ella no es el Foreign Office
(para suerte de los británicos). He allí el nudo del problema para los
anglosajones ya que saben muy bien que no son aceptados por los pobladores,
verdaderos ejercitadores de la soberanía de la región que habitan y protegen de
las agresiones de un gobierno central extraño.
Tanto a Londres como a
Washington no les interesa la soberanía en manos de los ucranianos, solo
quieren que ella no quede condicionada a las exigencias de los pobladores ruso
parlantes del Donbass quienes cuentan con la asistencia del estado ruso. Deshacer
esa realidad es un objetivo imperioso para ellos pero en especial para la OTAN.
Es por ello que todo lo que los funcionarios de Zelensky reclaman y señalan
como inconvenientes para lograr un acuerdo estable para la situación interna
(creada por el golpe de 2014), es en realidad una mera mímica de lo que sus
verdaderos interlocutores quieren.
En conclusión, los
británicos y norteamericanos no quieren que Ucrania termine volcándose a la
órbita de Moscú sino, que se vuelva un vasallo sumiso y feliz de unirse a la
OTAN y así ser el escudo del que Zelensky hablo. Igualmente, en el fondo los
británicos saben muy bien que ello no será posible, no al menos una Ucrania con
el Donbass independiente.
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