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"En un mundo multilateralista la negociación es la única forma de resolución definitiva de los problemas"

viernes, 15 de abril de 2022

 


Por Dr. Carlos Castia

Cuando se estableció Naciones Unidas allá en octubre de 1945, se acordó que la misma se creaba para evitar que se repitiera la experiencia de la guerra de la cual el mundo terminaba de experimentar. Pero a pesar de lo esperanzador de su preámbulo político, la agresión y las guerras no solo no se detuvieron, sino que incluso se multiplicaron y diversificaron dentro de un nuevo contexto global que irónicamente conoceríamos como “guerra fría”.

Las desconfianzas creadas entre el oeste y el este se centraron precisamente allí donde había terminado la guerra (Berlín) y al poco tiempo terminaron por generar esa bipolaridad que dio el marco a una falsa paz que más bien era, el miedo reciproco entre dos superpotencias con capacidad nuclear. Que no hubiera otra guerra mundial no significaba que hubiera paz. Por el contrario, los conflictos comenzaron a multiplicarse tan pronto entró en vigencia la Carta de Naciones Unidas (Cap. 7, arts. 39 al 51). Ciertamente el colonialismo europeo (semilla de conflictos durante el siglo XIX) comenzó a retroceder, salvo en ciertas situaciones puntuales (caso de Palestina) y muchas naciones que habían estado bajo el influjo colonial europeo, obtuvieron su independencia. Pero si esta nueva organización parecía terminar con las causas de los conflictos ¿Por qué se estaba produciendo esto? Simplemente porque Europa había quedado en ruinas y sus esfuerzos debían centrarse en la reconstrucción de cada uno de sus países, una empresa que sería financiada por EEUU[1] y la cual aún siguen pagando. El tiempo para las aventuras colonialistas habían terminado.  Incluso, para quienes se resistieron a esto (Como Francia en Indochina -Vietnam y Camboya-) terminarían por entenderlo de la peor forma.

Pero también existía un acuerdo tácito: No habría guerra entre los dos grandes vencedores de la segunda guerra pero eso no alcanzaba al resto de los miembros y ello incluía a sus vasallos. Lo que explica esto es la creación del Consejo de Seguridad compuesto por los vencedores de la Segunda guerra que viene a ser el órgano con poder de impulsar medidas coercitivas sobre quienes no se atengan a las previsiones de la Carta.

Casi de forma simultánea y bajo la inspiración de las desconfianzas anglosajonas EEUU y Gran Bretaña impulsaron la creación de una organización militar supraestatal que garantizara la seguridad del occidente europeo. Fue así que el 4 de abril de 1949 se funda la OTAN y partir de entonces, la gestación de la desconfianza y la carrera armamentística. Si bien esta no tiene nada que ver con Naciones Unidas, con el paso del tiempo se irá viendo el intento por tratar de convertirla -indebidamente- a dicha alianza en un brazo ejecutivo de las resoluciones del Consejo de Seguridad.

La paz estaría determinada por las decisiones de un organismo con una estructura que ya venía condicionada desde su origen agravada por una polaridad global que se demostraría con las guerras en Palestina de 1948, de Corea en 1950, Vietnam, las guerras en Medio Oriente y África en los 60s, los golpes militares y las intervenciones estadounidenses en Latinoamérica en los setentas y parte de los ochentas. Sería con la crisis y posterior guerra del Golfo Pérsico en 1991 que los EEUU -y la OTAN por detrás- podría maniobrar de forma discrecional y ello sería por la implosión de la URSS. De haber estado incólume ésta superpotencia la evolución de la crisis del golfo y la geopolítica habría sido muy distinta.

El origen de este organismo ya es discutible. La mayoría de las personas creen que fue fundado en un ámbito de pluralidad y participación democrática de todas las naciones pero, ello no fue así. La idea fue concebida en Gran Bretaña en 1941 en momentos que sus islas se habían convertido en asilo de los representantes políticos de los países ocupados por el Tercer Reich. Necesitaban aliados permanentes para enfrentar esta amenaza y para ello debían pensar en una nueva forma de compromiso. Fue así que en junio de 1941 los británicos (acorralados y con temores ciertos a ser invadidos) impulsan la firma de la “Declaración del Palacio de St. James” que comprometió a los firmantes (sus huéspedes) a cooperar en medio del peligro a que Londres cayera en manos de los alemanes.

Este y posteriores precedentes[2] no buscaban establecer una verdadera paz global o el fin a las aspiraciones geopolíticas de Londres, sino un compromiso de que todos sus firmantes siempre se mantuvieran fieles al eje del autoproclamado “mundo libre” que veladamente estaría controlado por los anglosajones y por ello, en beneficio de ellos. La incorporación de la URSS en este organismo sin dudas fue a regañadientes para los británicos (en especial para Churchill)[3], pero su peso político y militar lo hacía innegable y fue por ello que posteriormente la incluirían en el organismo[4].

Como dijimos, las guerras no se detuvieron y a pesar de la creación de este benemérito organismo, las agresiones, las intrigas y los conflictos se multiplicaron. En algunos casos, con su escandalosa complicidad[5] como fue consentir la violenta implantación en 1948[6] del estado de Israel en medio de Palestina, una cuestión que sigue siendo en la actualidad un tema sin resolver.

El final del siglo pasado y el comienzo del que transitamos es la muestra más clara de una crisis de legitimidad en este organismo. Las crisis de Iraq, los Balcanes y sus consecuencias estuvieron signadas por el accionar de un mismo actor destacado (EEUU) que por momentos se desdoblaba mediante la OTAN. Cada una de ellas no fue al azar y estuvieron enmarcadas en contextos geopolíticos muy puntuales que pusieron en evidencia una escandalosa verticalidad y corrupción en Naciones Unidas[7] que en teoría no existía. Ello sin dudas afectó a su credibilidad[8], capital fundamental para un organismo político.

En este tóxico y nebuloso contexto, la paz ya no era el objetivo (si es que en realidad alguna vez lo fue) sino, contener y disolver de ser posible presiones sobre algunos miembros “exclusivos” (caso de Israel) y gestionar guerras preventivas planeadas en Washington disfrazadas de “humanitarias”, un oxímoron que demuestra una inconsecuencia insalvable. Para ello, la corrupción, manipulación, el engaño y el encubrimiento se volvieron medios y herramientas centrales para que encajen dichos intereses (invasión a Iraq 2003; Libia 2010 y Siria 2011) que siguen utilizándose en las actuales circunstancias.

La guerra en Ucrania está revelando con toda su magnitud estas incongruencias y vemos como las gestiones de Naciones Unidas para buscar la paz son tan infructuosas como ambiguas. Más allá de las responsabilidades de Rusia por su accionar, no se pueden dejar de lado los antecedentes y las provocaciones occidentales con la OTAN como principal actor que potenciaron este desenlace. Incluso más. Tanto Londres como Washington apuestan a seguir incrementando las tensiones[9] (contra lo previsto en el Cap. VII de la Carta Orgánica) a costa de extender el conflicto[10] (tratando de llevarlo a territorio ruso) con las consiguientes consecuencias geopolíticas y humanitarias algo que no ayudara a frenar las hostilidades y mucho menos a consolidar la paz.

  



[1] El llamado Plan Marshall fue el programa de financiación otorgado por Washington para reconstruir a la Europa Occidental y evitar que cayera bajo el influjo de la Unión Soviética. La denominación del plan surgió del General George Marshall quien más tarde se convertiría en Secretario de Estado norteamericano. https://es.wikipedia.org/wiki/Plan_Marshall

[2] Otros precedentes fueron la Carta del Atlántico firmada en agosto de 1941 entre EEUU y Gran Bretaña y la Declaración de Naciones Unidas de 1942 esta última firmada por varias naciones que detalle que pocos advierten, seguían bajo la influencia colonial británica.

[3] El entonces primer Minístro británico Winston Churchill no ocultaba su desagrado hacia los eslavos rusos pero en particular para con el georgiano líder de la URSS Josep Stalin quien más tarde le respondería a sus dichos del 5 de marzo de 1946 en el Fulton Westminster College de Missuri.

[4] Recién en 1943 tras las Declaraciones de Yalta y Teherán los anglosajones establecerían con la URSS y China una estrategia conjunta para terminar con Alemania. 

[5] Causalmente serían los mismos impulsores de este organismo quienes desde comienzos del siglo XX habían negociado con las organizaciones sionistas su desembarco masivo en los territorios árabes palestinos.

[6] Las organizaciones sionistas que eran financiadas desde New York y Londres habían ido muy lejos en sus acciones. Desde asesinatos contra ciudadanos palestinos hasta atentados contra las autoridades británicas hizo que se volviera un monstruo incontrolable a tal punto que su impunidad ya no reconocía límites. El 17 de septiembre de 1948 el enviado de paz de Naciones Unidas el Conde Folke Bernardotte que había constatado las violaciones que se estaban produciendo contra los palestinos fue asesinado a tiros por un comando sionista.

[7] Tras la guerra contra Iraq de 1991, el país quedo sumido en la miseria producto de un embargo que motivó la escases de alimentos y medicamentos. Aprovechando este desesperante marco se fabricó una estructura denominada “Petróleo por Alimentos” que lejos de brindar asistencia a la población iraquí sirvió para enriquecer a varios funcionarios de Naciones Unidas y obviamente de EEUU.

[8] Las denuncias y las constataciones de violaciones y crímenes cometidos por miembros de Naciones Unidas ha llevado a una percepción generalizada que siempre ha tratado de ocultarse.

[9] A la ya conocida ayuda militar de Gran Bretaña y EEUU a Ucrania con misiles antitanque y sistemas MANPAD “Stinger” contra aeronaves a baja cota, se está sumando el envío de toneladas de rezago militar estadounidense que sobro de la aventura en Afganistán y que no es más que basura que no duraría en una pequeña escaramuza.

[10] Para ello Biden ha autorizado un paquete de más de 750 millones de dólares en material militar que comprende desde una docena de helicópteros MMI-8, vehículos de transporte de tropas, Drones, misiles Javelin entre otras unidades.

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