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"En un mundo multilateralista la negociación es la única forma de resolución definitiva de los problemas"

martes, 10 de mayo de 2022

 


Era apenas un pibe de diez años de edad cuando Argentina recupero las islas Malvinas y todo el archipiélago del Atlántico sur. Como olvidar esa mañana helada de abril en la que mi madre mientras me preparaba el café con leche para ir a mi colegio, escuchaba una noticia que me sin saber por qué, me hinchaba el pecho... “La Argentina ha recuperado las islas Malvinas”.

Pese al desenlace y el paso de los años bajo gobiernos absolutamente corruptos y traidores, mi añoranza no se ha apagado y estoy seguro que el futuro depende de nosotros.

Pero cuando uno crece y se prepara entiende que la política es una ciencia en la que la emoción sirve muchas veces (sino las más) para manipular a las masas y que no es nada práctica para tomar decisiones de estado y mucho menos, de carácter estratégico.

Los británicos ganaron por un pelo esa guerra, pero ganaron en ese entonces. Como parte de su idiosincrasia política imperialista y extensa experiencia, supieron fabular un relato propio del por qué lograron ganar y para ello, escondieron en esa historia todos los elementos que le proporcionaron las ventajas y también, sus propias perdidas y fallas que recordemos, fueron muchas y penosas.

Sobre aquello último, queda aún sin explicar dónde están computadas las bajas de sus mercenarios “Gurkas” nepaleses y lo más importante ¿Dónde se fueron enterrados?

Nuestros políticos y esa parte de la aborregada sociedad camaleónica que cambia de color según la ocasión, castigaron con la indiferencia y la subestimación a nuestros héroes. Nadie ha sido tan cruel y dañino como este comportamiento colectivo, pusilánime y oportunista. El gobierno radical de Raúl Alfonsín, amparado en la tan balbuceada democracia tuvo un protagonismo central en esta humillación silenciosa y es por eso que poco respeto puede desatar a la luz de aquellas infames jornadas ¿Quién puede olvidar esa canallada? Los veteranos claramente no.

Nuestros hombres pelearon muy bien y ellos si escribieron la historia ya que, son quienes hacen los artífices de los cambios que moldean la realidad.

Pero volviendo a lo importante, los británicos no ganaron como ellos lo imaginaban. Más precisamente, el precio pagado no fue el que el Foreign Office creyó que pagarían ni mucho menos, lo que siguen difundiendo como la “verdad oficial”. Pero ¿De dónde provenía esa seguridad? Si buscas respuestas en el país no la hallabas y aún no las hallas, típico de una democracia de lengua.

Un artículo del abogado británico Michael Shrimpton en cual da su punto de vista a 40 años de la guerra, devela con algún detalle cuáles fueron algunas de las incumbencias que Washington tuvo en el conflicto. Siempre hay que remarcar las circunstancias geopolíticas del momento reguladas por principios legales atinentes a ello (TIAR) y que precisamente no se cumplieron.

Obviamente que Shrimpton da su punto de vista con la mirada anglosajona y ello no puede ser reprochable. Allí critica a Francia por haber provisto a la Argentina de los misiles “AM-39 Exocet” que además de marcar un hito en el uso de los misiles antibuque en un combate naval, hicieron palidecer a la toda la plana oficial de la “Royal Navy” sin precisar que al final de cuentas, París acordó secretamente con Londres cortar el aprovisionamiento a los argentinos.

Tal vez le falto aclarar a Shrimpton que nuestra gente supo administrar los pocos misiles que tenía en existencia y que incluso, usando el ingenio nacional, se remplazó esa carencia fabricando sistemas caseros como la “Instalación de Tiro Berreta” (ITB), un término bien argentino de lo que significa una improvisación usando lo que tenés a mano.

Su mirada se centra en hacer un análisis comparativo de aquella guerra con las actuales circunstancias en Ucrania donde el papel de la fuerza naval rusa podría ser decisiva para rendir definitivamente a los ucranianos.

Orientado ese fin remarca desde su particular objetividad, el valor estratégico y la importancia que tuvo hundir al “ARA Gral Belgrano” (claramente por su potencia de fuego) criticando al mismo tiempo la falta de visión del Almirantazgo británico y de la misma Margaret Thatcher por no mantener en servicio unidades navales vitales para la superioridad naval. En ese aspecto, pero mirando a los buques británicos similares al Belgrano, Shrimpton criticó que buques como el acorazado “HMS Vanguard” no fueran de la partida dándoles un valor tal que incluso y según él, “los misiles Exocet que eran lentos habrían rebotado al golpear su casco”, una afirmación muy dudosa y hasta poco creíble dada la probada letalidad con la que fue utilizado por nuestros pilotos e ingenieros del ITB. 

Shrimpton hace referencia al papel que jugaron las agencias de inteligencia en advertir a la guarnición británica de Malvinas sobre el inminente ataque. La CIA -según él- pudo detectar el calor de las unidades navales argentinas que partían desde la Base Naval de Puerto Belgrano rumbo a las islas y pronto le dio aviso a sus colegas del MI6. Suena poco creíble esta versión de los hechos. Incluso va más allá y detalla un supuesto entuerto dentro del gabinete británico dentro del cual, un sector de la inteligencia naval estaba a favor de no advertir a la guarnición en las islas ¿Cuál era el propósito de semejante intensión? Claramente la de darle un mayor efecto publicitario a la espera de una carnicería que no sucedió.

Sin dudas que los estadounidenses desde sus satélites monitoreaban las actividades de la región, pero ciertamente los británicos y en especial el MI6 no necesitaban de ese aviso ya que contaban -como seguramente lo cuentan hoy- con su propia red de informantes y alcahuetes bien dentro del “círculo rojo” y del estado argentino.

Igualmente, Shrimpton insiste en la versión del complot interno y afirma que los británicos de las islas pudieron ser finalmente puestos en aviso gracias a la ONI (Inteligencia Naval de los EEUU). Continuando con su descripción de la situación, también confirmó la provisión a la RAF de los misiles aire-aire estadounidenses “AIM-9 Sidewinder” (por entonces los más sofisticados) que los británicos montaron sobre sus “Sea Harrier”.

Pero lo más sorprendente es el confirmar la presencia y actuación de unidades tácticas especiales de los EEUU como son los “Delta Force”, quienes son los homólogos del S.A.S. británico y con los cuales llevaron adelante operaciones secretas dentro de las islas y tal vez en el continente, si tomamos como ciertas su aseveración de que estuvieron desplegados dentro del territorio argentino. Aclaremos que estos tipos no son “mercenarios” de origen estadounidenses sino parte de las tropas regulares con lo cual, remarca las consecuencias políticas que dicha intervención debió tener entre Washington y Buenos Aires.

Quizá una de las conclusiones que más me llamaron la atención de Shrimpton fue la de que sea necesaria una segunda guerra por Malvinas que no es algo descabellado, tal como va la marcha del mundo aunque es cierto de señalar, (y más allá de las condiciones materiales para enfrentarla) no estará a cargo de políticos pusilánimes y traidores como los que han pasado y los que siguen hoy en carrera.

 

   

 

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