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"En un mundo multilateralista la negociación es la única forma de resolución definitiva de los problemas"

sábado, 19 de febrero de 2022

 


Por el Dr. Carlos Castia

Hasta el momento las predicciones de Washington y Londres han fallado ¿Causales? Simplemente porque no se tratan de predicciones, solo de intensiones y deseos desesperados. Somos testigos de la descarada injerencia que estos actores tienen sobre el gobierno ucraniano que como se puede ver, ya no controla las decisiones que hacen a los destinos de su país.

Esto obviamente supera al presidente y comediante Volodymyr Zelensky quien sometido a esa presión inmanente de quienes lo rodean, de los medios occidentales y de las embajadas de sus “amigos” anglosajones, exclamo ya hace una semana con clara desesperación que terminaran de sembrar el pánico entre sus ciudadanos con versiones que no se estaban comprobando en la realidad.

Como ha venido sucediendo, los norteamericanos y los británicos se presentan como los indiscutibles interpretes de las realidades políticas, sociales y hasta religiosas de las regiones a las cuales van penetrar dejando a los gobiernos que les escuchan, como meras marionetas ventrílocuas. Esto es lo que esta sucediendo con Ucrania, donde Londres y más precisamente su Foreign Office es quien interpreta que es bueno y que no es bueno para los ucranianos.

Lo vimos con el descaro de la ministra de relaciones exteriores británica Liz Truss acusando con total desparpajo y sin pruebas en la mano que “Rusia estaba buscando fabricar pretextos para invadir Ucrania”. La estafa británica quedo en evidencia una vez más. Ante los fracasos por lograr que el día 16 de febrero (“predicción mística de Joe Biden) se produjera esa supuesta “invasión” (con la ayuda de los trucos sucios de los chicos de “Academy” y “Azov”), la brillante ministra giro el discurso dando otro matiz a esta semántica engañosa.

De esta manera los británicos (junto a los estadounidenses) tratan de ignorar la realidad en Ucrania y la vigencia de los acuerdos de Minsk a los cuales Kiev firmó sin ninguna condición. Es por ello que ante el fracaso para que los rusos mordieran el anzuelo con provocaciones en la línea de contacto (fabricadas por ataques de sus grupos especiales), se ven obligados a sentarse y discutir por qué se niegan a darle a Rusia las garantías que expresamente le han solicitado y cuáles son las garantías de que se respetaran las autonomías y los derechos de los pobladores ruso parlantes del Donbass.

A Londres ni a Washington les interesa el bienestar de los pobladores ruso parlantes del este de Ucrania, solo les interesa por cuestiones estratégicas el espacio geográfico que ocupan denominado Donbass. Y los hechos demuestran esto. Cuando en 2014 el Departamento de Estado norteamericano por intermedio de la entonces Subsecretaria Victoria Nuland gestaba las revueltas callejeras que terminarían con el golpe de febrero, los grupos de matones ultraderechistas apoyados por mercenarios extranjeros (entre ellos varios israelíes), no dudaron en golpear y en muchos otros casos asesinar por las calles a los ciudadanos ucranianos ruso parlantes. Es por eso que las lágrimas de los norteamericanos y de sus socios británicos son de cocodrilo.

Los señalamientos de que el acuerdo Minsk 2 es inviable e inaceptable para los intereses ucranianos no surgen de los gobernantes de Kiev sino, de los influyentes consejos de Londres quienes graciosamente expresan una preocupación por la soberanía de Ucrania. Quienes conocemos bien la historia política del Reino Unido y todos sus antecedentes colonialistas (particularmente Malvinas) decimos ¿Desde cuándo es una preocupación creíble para Londres la soberanía de los demás? Pero más particularmente ¿Cuál es la preocupación británica por la soberanía de Ucrania? La real preocupación que se esconde detrás de estas cortinas de humo es Rusia y solo Rusia. Asimismo, la única preocupación que tienen los británicos es la de no perder el control de una soberanía adulterada tras aquel golpe de estado del 2014 que les permite ir penetrando en Eurasia.

Los británicos (anglosajones) son antiguos enemigos de Rusia y es por ello que no es creíble que no conozcan la realidad socio-político-étnica y religiosa y la íntima y estrecha relación existente por estos factores entre los pobladores eslavos del Donbass con los eslavos rusos. Por el contrario, ellos tratan de manipular estos factores para generar situaciones que les permita instalarse.

Londres tiene una clara influencia sobre el occidente ucraniano pero para nada en el Donbass. Seguramente Liz Truss no sepa esto pero ella no es el Foreign Office (para suerte de los británicos). He allí el nudo del problema para los anglosajones ya que saben muy bien que no son aceptados por los pobladores, verdaderos ejercitadores de la soberanía de la región que habitan y protegen de las agresiones de un gobierno central extraño.

Tanto a Londres como a Washington no les interesa la soberanía en manos de los ucranianos, solo quieren que ella no quede condicionada a las exigencias de los pobladores ruso parlantes del Donbass quienes cuentan con la asistencia del estado ruso. Deshacer esa realidad es un objetivo imperioso para ellos pero en especial para la OTAN. Es por ello que todo lo que los funcionarios de Zelensky reclaman y señalan como inconvenientes para lograr un acuerdo estable para la situación interna (creada por el golpe de 2014), es en realidad una mera mímica de lo que sus verdaderos interlocutores quieren.

En conclusión, los británicos y norteamericanos no quieren que Ucrania termine volcándose a la órbita de Moscú sino, que se vuelva un vasallo sumiso y feliz de unirse a la OTAN y así ser el escudo del que Zelensky hablo. Igualmente, en el fondo los británicos saben muy bien que ello no será posible, no al menos una Ucrania con el Donbass independiente.

 

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