La declarada aparición de una variante sudafricana del
COVID19 al que se le denomina como “OMICRON” está dando lugar a que los
gobiernos comiencen a implementar una serie de medidas exageradamente invasivas
y vulnerantes de los derechos individuales de los ciudadanos europeos que
pretenden (como es costumbre) importarse de forma presurosa a la Argentina.
Va de suyo que los
primeros estigmatizados por este alarmismo que tiene tufo a oportunismo
político con tintes financieros son los ciudadanos sudafricanos pero que los
medios occidentales y sus obsecuentes locales ya han extendido a todos los
africanos.
Para los puritanos
obedientes de lo que dicen las autoridades y que al pie de la letra difunden
los obsecuentes chupaculistas de los medios, son medidas necesarias para
proteger al común de todos. Usar la fuerza es algo políticamente incorrecto o
incluso muy difícil de lograr y es por eso que se acuden a tácticas de
persuasión más sutiles. La finalidad es TODOS VACUNADOS. Para lograr esto los
gobiernos buscan legalizar la utilización de un PASAPORTE SANITARIO que
indirectamente pretende forzar a los renuentes a inocularse con cualquiera de
las vacunas de la industria del BIGPHARMA.
Lo interesante y
contradictorio es que, pareciera que más allá de que muchas poblaciones están
vacunadas al parecer, no basta para (según ellos) detener esta nueva cepa y ya
están sembrando en el imaginario común de que se hace necesaria una tercera
vacuna y quizá (o más bien con seguridad) una cuarta. Un caso señero de esto es
Israel (una extensión geopolítica anglosajona) que a pesar de haber recontra
vacunado a sus habitantes siguen sufriendo de reinfecciones ¿Entonces?
Al parecer, los efectos
del terror implantado por el COVID 19 que sirvió para recluir por meses a la
población global en sus hogares no basto para conseguir los objetivos que sus
creadores habían planificado ¿Creadores del Covid? Aún queda pendiente que alguien
pida las explicaciones a la Fundación GATES y a los referentes de la
Universidad John Hopkings casual y causalmente involucrados en un por demás
curioso ensayo por octubre del 2019 que recreaba una pandemia ¿Qué maravillosa
casualidad? Pero en Argentina esto no llama la atención y entonces es más fácil
(y políticamente correcto) seguir la corriente de lo que baja del COMCAST y
asociados que usar la cabeza y sacar conclusiones propias.
Aún hay muchas
cuestiones nada claras en torno a la “pandemia” del COVID19, pero eso queda a
consideración de cada uno y lo único que podría señalar lo resumiría en una
sola pregunta ¿Te podés creer que durante el 2020 solo murieron personas por
COVID19?
Como era de esperar, los
medios argentinos son la sombra de lo que dicen y hacen los gobiernos y los
medios en Europa. Basándose en informes apocalípticos con claros intentos por
psicopatear a la población, los “informadores” argentinos tratan de argumentar
que la nueva mutación es más mala que el COVID19 ¿Es real eso? Al parecer esto
no importa. Lo que parece importar es atemorizar a la población para que además
de aceptar una vacunación continuada 8y de ser posible de los laboratorios
Pfizer y Moderna), presionen a quienes no están dispuestos a inocularse un
trozo de ese engendro que como ya se sabe, fue patentado por los estadounidenses
en 2003.
¿No era un engendro
chino salido de un mercado de Wuhan? Eso fue lo que se le vendió a la gilada
que no tiene tiempo de detenerse a razonar si lo que se le esta informando es
real o solo es un relato que se ajusta a los intereses de ciertas estructuras
gubernamentales y de corporaciones privadas globales.
Ahora se esta haciendo
lo mismo con este pasaporte que no es más una maniobra de presión psicológica
para que nadie discuta la bondad de las vacunas, que nadie quede sin vacunarse
y aceptar seguir haciéndolo. La táctica es tan clara y tenebrosa que se asemeja
a ese pasaje de la Biblia en el Apocalipsis en los versículos 13 al 18 en donde
sentencia “nadie podrá ni vender quien no tenga la marca”…Bueno acá podríamos
traspolarlo a quien no se vacune.
Fuera de lo religioso,
esto es una estrategia psicológica para obligar a las personas, para
arrinconarlas y condicionarlas en su libre voluntad. La imposición de un
pasaporte de salud cumple con ese objetivo ya que con su tenencia los gobiernos
se asegurarán de saber quién se ha vacunado y quien no, haciendo que quien no
lo tenga no podrá circular con libertad. Ya lo estamos viendo en Francia,
Alemania y otros países “democráticos” de Europa como se está tratando de
aislar a los ciudadanos rebeldes a quienes ya se les estigmatiza y se les
amenaza con condenarles a un aislamiento perpetuo.
Sumado a todo esto,
vemos nuevamente como se trata de reinstalar el miedo y la desconfianza con la
reaparición en los medios de los “especialistas” hablando ahora de una nueva
variante a la que bautizaron como “Omicrón” y de la cual ya presuponen -contra
varias opiniones de otros especialistas- mucho más peligrosa. Son quienes
durante todo el 2020 y parte del presente año alimentaron con informes
catastrofistas y pronósticos apocalípticos las ridículas políticas de
confinamiento que amplificadas por los mass media han llevado al mundo a una
crisis económica de proporciones.
La nueva variante no
sería más peligrosa que su original cepa, incluso de la Delta y menos letal que
una gripe común. Pero también algunos están señalando como antinatural la mutación
de este “virus” cuyo proceso demandaría miles de años. Esto ratificaría las
hipotesis de un ataque planificado y premeditado para algunos realizado por
China, para otros por la administración estadounidense de Donald Trump y para
una tercera posición, un accidente en una instalación de guerra bacteriológica
en Wuhan.
Sea como haya sido, a
nadie le cierra que esto tenga un origen natural y esto también alcanza a la “nueva
cepa” sudafricana.
Las contradicciones
sobre la supuesta gravedad de “Omicrón” están golpeando al mismísimo (y muy
admirado por los anglófilos locales) gobierno británico que por intermedio de
su Ministro de Salud Chris Whitty, el asesor Sir Patrick Wallace (un accionista
del BigPharma) y el mismo primer ministro Boris Johnson siguen escuchando las
confusas instrucciones de la OMS a la cual nadie le da crédito.
Tampoco se sabe y mucho
menos están dispuestos a estudiar las incumbencias del Dr. Anthony Faucci muy
elogiado por los “expertos” argentinos como si fuera una eminencia impoluta sin
decir que Faucci conoce muy bien que es este COVID (Sars-CoV2) porque fue uno
de los expertos que colaboro en costosísimos programas de la defensa para el
desarrollo de armas de destrucción masiva en los laboratorios militares de
guerra bacteriológica. Quizá estos
“expertos” y los opinólogos de la televisión abierta no lo sepan, pero si lo
supieran ya queda claro que van a mantener la boca cerrada.
Nuestro país no parece
aprender de todo esto; mejor dicho, los políticos y los periodistas no han
aprendido y en realidad no les interesa aprender. Una vez más los medios y el
gobierno parecen tragarse la píldora sin ni siquiera ver de que color es. Como
sucede siempre, si lo dicen en el norte es “palabra santa” y nadie debe
discutir. Para estar a tono con las medidas de EEUU y con algunos países de la
UE ya se está rumiando la idea de un pasaporte para los vacunados que además de
condicionarles para el acceso a dependencias públicas y privadas, serviría como
control de nuevas vacunaciones ¿Qué sucederá con quienes no estén de acuerdo
con esto?